Independientemente a todas estas
dudas y suposiciones hay algo claro: nada ocurre porque sí. Todo lo que ocurre
en esta vida ocurre por algo. Cada persona que entra en nuestra vida tiene un
significado, una misión, algo que ha hecho que entre en ella. Cada hecho que
nos ocurre tiene un porqué, algo que enseñarnos, algo de lo que aprender.
¡Vamos! Por esa regla de
tres, ¿tenemos que suponer que si el destino está ya marcado estamos haciendo
el imbécil? ¿Nos estamos volviendo locas buscando nuestra media naranja,
nuestro chico perfecto, teniendo nuestros quebraderos de cabeza, nuestro
sufrimiento y nuestra enorme paciencia, y es inútil? ¿No importa que decida dar
ese gran paso con alguien o decida dejar escapar al que hasta ahora era ese
chico, etc, etc, porqué ya estaba marcado en nuestro destino?¿En serio? ¡Buuuuuuf!
Pero, esto nunca lo sabremos. Todo ocurre por algo, pero francamente creo, que nosotros decidimos nuestro camino. Tu destino puede estar marcado a vivir de una forma, y levantarte un día y decidir cambiarla, por ejemplo.
Pero este es un blog en el es difícil
sentirse sola al ver que no solo tú eres la que opinas así o piensas algo, y
por eso se que todas, al pensar en el destino, pensamos también en el amor. Las
cosas ocurren cuando menos las esperas. ¿Jamás os ha pasado conocer a alguien de
repente, que ni siquiera sabrías decir cómo ha entrado en tu vida, porque lo ha
hecho por mera casualidad, y en cuestión de minutos? Y mirar a los ojos a ese
alguien y preguntarte ¿Por qué? Y ¿Por qué tú? ¿Porque él y no otra persona? Y
si esa persona, te hace sentir cosas, a través de un gesto, de una mirada, o de
una simple sonrisa cuando justo lo necesitabas, no te preguntes más porqué,
porque por mucho que lo hagas solo lograrás pensar “es el destino”.
Pero, ¿Jamás os habéis cruzado con alguien por
la calle, en un bus, en el metro o en una tienda, y habéis cruzado una mirada,
una de esas miradas? ¿Sí? Pues claro que sí. ¿Y, que hubiese pasado si hubieses
tenido el valor de ir y decirle algo? ¿No hubieses cambiado las cosas? Podrías
haber salido de ese bus o de esa tienda sin decirle nada, pero de repente
decides hacerlo, ¿no estás cambiando tu destino?
Lo cierto es que, si esa persona
entra de repente en tu vida, ya sea para siempre o bien para marcharse, se tu
quien decida eso, y no dejes que ocurran las cosas irremediablemente, mientras
te quedas pensando que será el destino quien lo habrá marcado así. Y si esa
persona, que ni sabes cómo ha entrado en tu vida te hace vivir, vívelo. ¿Por
qué no? No hay mejor destino que el que tenemos delante.
Os dejo esta mini escena de una película española que recomiendo, llamada No me pidas que te bese porque te besaré, de Albert Espinosa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario